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Mostrando entradas de noviembre, 2024

Intifada silenciosa

Estos hilos de ausencia transitan el vacío, como un eco unen lo efímero. Como una daga desangran el olvido, brotan como flores en la memoria, huérfanas de historia; ¿Qué palabra escribe el silencio cuando todo es muro y la muerte, desplomada, cubre el mantel?
Has soñado con aceitunas. Has leído que pueden ser elípticas, verdes, moradas, negras, marrones. Has leído que la aceituna "es lisa, con algunas depresiones; de textura suave, a veces rugosa"; todas cosas que ya sabías, después de todo, ¿cuántas veces has visto una aceituna? Y has seguido leyendo: la carne de la aceituna es suave, jugosa, con un sabor entre salado y ligeramente amargo y a veces dulce. Y el corazón, en cambio, es pequeño y duro. Y el aroma de la aceituna es intenso, frutal, con notas de hierbas y especias. Todas cosas que ya sabías, ¿no?, ¿cuántas veces has comido una aceituna? Has soñado con misiles. Has leído, también, que después de la caída de un misil persiste un olor a combustible quemado, como a gasolina y a diésel. Y que las telas quedan atravesadas por notas de plástico quemado y azufre. Y que la madera, el vidrio y el agua huelen a amoníaco. Y aún sin haber visto nunca nada de esto, has debido hacer del diario, un bollo. Pero ese olor químico aún se ...

Felino

  Soy hermano eterno de esa noche gemela escrita por los dioses. Pillañ y Dongzhi estuvieron de acuerdo al traspasarme con la brisa (consuelo de aquel verano); hay un dios por ocasión y vos te fuiste con la luna, demasiado apresurada. Y entonces me zambullí en tu movimiento sombrío; y oí una guitarra flamenca, una extensión lejana del andar tenaz de mis patas y mi venganza solitaria. Y descendí a lo lejos a través de nuestros techos, hacia la ventana pequeña de cantos y comidas y alegrias. Allí aguardaba una mano y una lata de atún iluminada; y tu ausencia fresca vaciando el cielo. Y hui también de la bestia, y fingí también la prisa: y clavé mis frágiles garras en todo tu rastro afilado. No es estético, ni poético dejar nuestras entrañas olvidadas en el suelo, ¡pero alguna noche, alguna noche, querida hay que jugarse la vida! — te dije aunque no estuvieras. Y desde entonces no he vuelto a despertar; y he desterrado mis creencias. Aunque a veces creo en ver tu sombra cuando doblo ...